jueves, 22 de julio de 2010

números










Pero nosotros, que comprendemos la vida, nos burlamos de los números.

miércoles, 21 de julio de 2010

¿?

¿Cómo?¿Cuándo?¿Dónde?¿Qué?
Camarero, una de "quiénsoyyadóndevoy", por favor.

martes, 20 de julio de 2010

...

Conseguirás todo lo que te propongas.

Cuéntaselo a quien se lo crea.

miércoles, 7 de julio de 2010

En el fondo del armario

Suena el despertador, lo coges con rabia y lo aprietas entre tus manos. Maldito cachivache que nunca deja de contar las horas, minutos y segundos. Te levantas de la cama esa mañana, una mañana que asoma tras las cortinas de tu habitación, y rompes a llorar sin saber porqué. Algo falla en tu vida, en tu estúpida existencia que ahora mismo, en este preciso instante en el que tus lágrimas están saliendo de tus ojos y caen por tus mejillas sin motivo aparente, no vale nada. Sigues llorando sin saber la razón que hace que sigan saliendo tan apresuradamente y te miras al espejo. En él ves a una extraña; unas decenas de huesos rodeados de piel y un rostro al que le falta algo para ser diferente a la de un simple maniquí de escaparate. Nada más, sólo un cuerpo y un rostro pálido.

Te sientas en la cama y bajas la mirada desde tus muslos hasta llegar a tus pies, pasando por tus finas rodillas. Allí encuentras diez dedos, uno al lado del otro, haciéndose compañía. En ese momento piensas; “Qué suerte la suya, siempre acompañados y rodeados de alguien con quien hablar, compartir momentos… Sigues mirando tus diez dedos y envidiándolos durante bastante tiempo hasta que te das cuenta que ha pasado casi una hora desde que te despertaste. Entonces, decides levantarte y deambular por la habitación en busca de algo diferente que hacer que mirar los despojos de lo que fuiste. Abres cajones, puertas, armarios y de repente encuentras tu vieja caja de fotografías bajo decenas de zapatos en el fondo de tu armario. Te sientas junto a ella, la abres, y en ella encuentras cientos de fotos del colegio, el instituto y la universidad. Te centras en éstas últimas más recientes y lo primero que llama tu atención es, “Cuánto cambian las modas”. Al fijarte un poco más, te das cuenta de que tienes una colección de momentos en los que fuiste feliz y que al guardarlos, habían quedado olvidados. Sigues mirándolas, y te das cuenta de que entonces sabías dibujar una sonrisa en tu cara y que cuando lo hacías, dos hoyuelos se marcaban en tus mejillas. Tras un rato de pasar y pasar más  fotografías de “los buenos tiempos” entre tus manos, te das cuenta de que sólo depende de ti que esos momentos puedan volver a repetirse. Si fuiste capaz en todas esas ocasiones, ¿por qué no ahora?, ¿qué te impide volver a dibujar sonrisas?, ¿volver a ver, como bien dice Edith Piaf en una de sus canciones, “la vida en rosa”?

Te levantas, abres la ventana de par en par y te das cuenta de que sol te sonríe junto a unas nubes blancas que le hacen compañía en el celeste cielo de esa clara mañana de  martes. Enciendes la radio, y suena una de esas canciones de película que no puedes parar de tararear en ese inglés inventado que tanto te gusta. Vuelves hacia el armario, y coges ese vestido rojo veraniego que hacía mucho tiempo que no te ponías y con el que solías sentirte tan bien y tan segura de ti misma. Después, vas hacia el espejo y coges el carmín rojo que habías olvidado tener, junto con la máscara de pestañas y el perfume que te regalaron en tu último cumpleaños. Una vez lista y preparada para salir a ese mundo olvidado, lleno de oportunidades, personas y momentos por vivir, te miras por última vez antes de salir en el pequeño espejo de la entrada y te dices a ti misma: “Esta vida no son más que dos días y tres cafés. Vívelos, bébelos y no dejes que nada ni nadie vuelva a borrar esas sonrisas, ya que eres tú la única que tiene el poder de esbozar algo que parezca una sonrisa y hacerla realidad”.